En contextos de condiciones meteorológicas adversas, los aviones cuentan con sistemas de seguridad orientados a preverlas y evitarlas. Este hecho cobra más relevancia ante los efectos del cambio climático, que provoca que las condiciones meteorológicas se vuelvan más variables. Así, la necesidad de desarrollar sistemas para preverlas y evitarlas es vital.
De este modo, para desviarse de espacios donde se está produciendo un fenómeno meteorológico adverso, los aviones están equipados de radares meteorológicos. Un radar meteorológico es un dispositivo instalado en la nariz del avión, protegido por una cubierta llamada radomo. Su función principal es detectar y mapear las condiciones meteorológicas en la ruta de vuelo.
“Su funcionamiento se basa en la emisión de pulsos de energía de radiofrecuencia que viajan a través del aire”, explican desde ANZEN Engineering, compañía experta en ingeniería aeronáutica y aeroespacial. “Cuando estos pulsos encuentran partículas de precipitación como gotas de lluvia, nieve o granizo, se reflejan de vuelta hacia el radar”, añaden, y explican que el tiempo que tarda el pulso en regresar al radar determina la distancia desde el radar y la fuerza de los retornos, lo que determina el tipo de precipitación. Esta información se convierte en datos y se muestra en la pantalla de la cabina. Las pantallas del radar utilizan un código de colores según la intensidad de la precipitación y símbolos para indicar otro fenómeno metereológico si fuera el caso.
Según la compañía, muchos radares modernos utilizan el efecto Doppler para medir la velocidad de las partículas en el aire. “Esto permite detectar no solo la presencia de precipitación, sino también la velocidad y dirección del viento dentro de las tormentas”, explican.
Los radares de nueva generación escanean automáticamente y de manera continua el espacio aéreo, realizando barridos tanto horizontales como verticales de manera automática, lo que permite a los pilotos obtener una imagen tridimensional de las condiciones meteorológicas de manera intuitiva y sin ajuste manual.
“Esto es especialmente útil para focalizar la atención del piloto identificar áreas de turbulencia y tomar decisiones sobre cambios de altitud”, aseguran.
De igual modo, los radares ayudan a mapear la estructura de las nubes, permitiendo a los pilotos identificar áreas de desarrollo convectivo, como tormentas eléctricas, que pueden ser peligrosas.
El empleo de radares meteorológicos en los aviones no solo aumenta la seguridad al permitir evitar espacios con condiciones peligrosas durante el vuelo o proporcionando información crítica durante el despegue o aterrizaje. También incrementa la eficiencia operacional. “Al proporcionar información precisa sobre las condiciones meteorológicas, los radares permiten a los pilotos planificar rutas más eficientes, ahorrando tiempo y combustible”, destacan desde ANZEN Engineering.