La misión Solar Orbiter, una iniciativa conjunta de las agencias espaciales europea (ESA) y americana (NASA) para estudiar el Sol, fue lanzada el pasado 9 de febrero desde Cabo Cañaveral (EE UU). La sonda será capaz de obtener información única que ayude a comprender el funcionamiento de esta estrella e incluso predecir su comportamiento.
En estos momentos, debido a la situación generada por la emergencia sanitaria del COVID-19, la ESA ha decidido apagar los instrumentos científicos de esta misión, junto con otras como TGO, Mars Express y Cluster, y colocarlos en una configuración segura, para reducir el personal en el centro de control de ESOC, en Alemania.
Cuando vuelva a operar, Solar Orbiter será el primer satélite que ofrecerá vistas cercanas de las regiones polares del Sol, que son muy difíciles de ver desde la Tierra, proporcionando imágenes desde latitudes superiores a 25 grados. Llegará a coincidir con la rotación del Sol alrededor de su eje durante varios días, lo que permitirá observar desde un mismo punto de vista la evolución de una tormenta solar durante un tiempo prolongado. También proporcionará datos del lado del Sol no visible desde la Tierra.
Los objetivos de la misión, que ha contado con una notable participación de la industria española, son determinar las propiedades, las dinámicas y las interacciones entre el plasma solar, los campos magnéticos y las partículas en la heliosfera cercana al Sol; investigar las relaciones entre la superficie solar, la corona solar y la heliosfera interior; explorar, en todas las latitudes, las energéticas, las dinámicas y la estructura a escala fina de la atmósfera magnetizada del Sol; y probar la dinamo solar mediante la observación de los campos de altas latitudes de la estrella, su movimiento y sus olas sísmicas.