En 2017, el mundo se paralizó por el ciberataque global WannaCry, que afectó a hospitales, empresas y bancos en más de 150 países. Un simple fallo de seguridad en sistemas desactualizados bastó para bloquear operaciones críticas y poner en jaque a infraestructuras esenciales. Hoy, expertos en ciberseguridad advierten: el próximo objetivo podría estar en el aire.
La creciente digitalización de la aviación ha convertido a las aeronaves en sistemas altamente conectados, con software que gestiona desde la navegación hasta las comunicaciones. Y como cualquier sistema digital, pueden ser vulnerables si no se implementan y actualizan correctamente.
“Un avión moderno puede tener más de 10 millones de líneas de código solo en sistemas críticos. Si una actualización no se verifica adecuadamente, en lugar de proteger a la aeronave puede abrir una puerta a ciberataques con consecuencias imprevisibles”, explica Samuel García, experto en ciberseguridad aeronáutica en ANZEN Engineering.
Ciberataques: impacto global y valor estratégico
Las motivaciones que pueden llevar a un hacker a realizar un ciberataque a una aeronave suelen buscar un impacto global. Y es que un ataque a una aeronave o a su sistema de control puede afectar a miles de pasajeros y generar caos en aeropuertos de todo el mundo. Por su parte, grupos criminales o estados en situación de conflicto ven un valor estratégico en la aviación civil y militar como objetivo de sus ciberataques.
El éxito de estas intenciones se ve además favorecido con una interconexión cada vez más creciente: desde tablets de pilotos hasta redes Wi-Fi a bordo. Cada punto de conexión es una posible vía de entrada.
Y aunque los sistemas críticos de vuelo están aislados y protegidos, un software mal gestionado puede introducir vulnerabilidades adicionales que comprometan la seguridad.
El software que vuela: invisible pero esencial
En un avión, el software no solo gestiona el entretenimiento a bordo o las comunicaciones. También controla funciones críticas como el sistema de navegación, la gestión del combustible, el control automático de vuelo o la monitorización de sensores y alarmas.
Por eso, cada actualización debe ser segura, verificada y trazable. Esto significa que se asegura de manera rigurosa que el código cumple los requisitos de funcionalidad y seguridad en entornos simulados antes de instalarse, se comprueba que no genera conflictos con otros sistemas, se distribuye por canales cifrados y autenticados que aseguran que el software no ha sido manipulado, se documenta y audita para garantizar su origen y funcionamiento. “Es lo que denominamos software assurance”, señala el experto de ANZEN Engineering.
Ingeniería de sistemas, el aliado frente a ciberataques aéreos
Aquí entra en juego la ingeniería de sistemas, una disciplina que combina diferentes tecnologías y conocimientos para crear soluciones seguras y fiables. Su objetivo es anticiparse a los problemas antes de que ocurran, garantizando que todo funcione de manera precisa y coordinada.
Dentro de la ingeniería de sistemas hay dos enfoques clave para potenciar la ciberseguridad aérea. Por un lado, integrar el análisis de ciberseguridad con el de RAMS (Fiabilidad, Disponibilidad, Mantenibilidad y Seguridad, en sus siglas en inglés). Mientras RAMS asegura que los sistemas mantengan un funcionamiento correcto y seguro a lo largo de toda su vida útil, incluso en condiciones adversas, la ciberseguridad complementa esta visión protegiéndolos frente a amenazas intencionadas.
Por otro lado, hacer los análisis en un entorno basado en modelos, conocido como MBSE (Model-Based Systems Engineering). Este enfoque permite representar digitalmente sistemas complejos, incluyendo la arquitectura y el comportamiento del software ante diferentes escenarios de ataque. De esta forma, se pueden anticipar vulnerabilidades y fallos de integración antes de llevar el software a una aeronave real, reduciendo riesgos desde las primeras fases de diseño.
En definitiva, así como los usuarios de móviles reciben alertas para actualizar sus apps y protegerse de virus, la aviación también necesita mantener sus sistemas al día, pero con estándares mucho más exigentes. La diferencia es que, en este caso, un fallo no solo bloquea una pantalla: puede comprometer la seguridad de un vuelo entero.
La ciberseguridad en aeronaves ya no es una opción, sino una prioridad. Y como ocurrió con los bancos en 2017, la mejor protección es anticiparse.