Lleva al frente del día a día de la International Space University desde 2018, ¿cuáles han sido los principales frentes que ha abordado en estos cuatro años?
Fieles a la filosofía de aprendizaje de las materias del espacio en modo internacional, intercultural e interdisciplinario (las famosas “3 i”), y en continuidad con los proyectos iniciados por mis predecesores Mike Simpson y Walter Peeters, hemos ampliado la red de colaboraciones con expertos, universidades y también con patrocinadores de los cinco continentes para ofrecer cursos en Europa, las Américas y en Asia-Pacífico, y también en modo virtual.
Gracias a la ayuda de los 5.200 graduados de los distintos programas, que trabajan en 110 países y actúan como embajadores, la visibilidad de la universidad sigue creciendo, así como la utilidad de la red profesional que representa.
En el sector público, hemos podido renovar acuerdos y establecer nuevos de financiación de becas, de estudios de viabilidad (“Team Projects”) o de acogida de becarios en prácticas con ESA, Comisión Europea, CNES, DLR, ASI, UKSA, CASC y CLTC en China, JAXA, ISRO, NASA, American Astronautical Society, Agencia Espacial Australiana, Comisión Espacial de Arabia Saudita y Agencia Espacial de los Emiratos, entre otros.
La inversión pública en todos estos desarrollos en la Unión Europea es de 17 euros por habitante y año, mucho menos que en defensa y seis veces menos de lo que invierten los Estados Unidos en espacio
Y, en el sector privado, estamos formando a cada vez más emprendedores; en 2021 hemos llegado a contabilizar más de 100 empresas creadas por exalumnos desde la fundación de la universidad, en 1987, entre las que se encuentran Spire, Planet, o Zero2Infinity y UARX Space en España, por ejemplo. Por último, la pandemia fue la oportunidad para que la ISU se lanzara al mundo de la formación virtual, y la universidad de verano 2020 “Interactive Space Program” demostró que, con técnicas innovadoras, se puede conseguir el mismo espíritu de equipo y de colaboración internacional que con un programa presencial. Al mismo tiempo, como entidad sin ánimo de lucro, en esta pandemia hemos tenido que hacer grandes esfuerzos para controlar gastos y mantener ingresos.
En el sector público, hemos podido renovar acuerdos y establecer nuevos de financiación de becas, de estudios de viabilidad (“Team Projects”) o de acogida de becarios en prácticas con ESA”/p>
La ISU es la única institución educativa plenamente centrada en la exploración espacial, integrada por importantes personalidades del sector espacial en todo el mundo. ¿Qué aporta esa suma de singularidades?
Cuando participé como estudiante en la universidad de verano de la ISU, en 1989, con una beca conjunta de ESA y CNES, perdí la timidez de hablar con quien fuera en el sector espacial y aprendí el gran valor de mantener los contactos con los profesores y expertos. Conservar y agrandar progresivamente esa red me ha servido en todas las etapas de mi carrera: mis superiores me encomendaban tareas en contacto con entidades externas como socios potenciales, visitantes extranjeros, periodistas, etc. Prácticamente cada semana me sorprende ver cómo una nueva personalidad o entidad, pública o privada, nos contacta para ofrecer una colaboración con la ISU. Cuesta poco imaginar el valor de estos intercambios para nuestros alumnos y su desarrollo profesional.
¿Cree que debería haber más centros similares (al) a la ISU en el mundo? ¿O la fortaleza de la ISU reside justamente en su singularidad?
La visión de los fundadores de la ISU incluye esta frase: “ISU is an institution dedicated to international affiliations, collaboration, and open, scholarly pursuits related to outer space exploration and development”.
Muchos estudiantes nos preguntan si deberían estudiar en la ISU o en otra universidad más especializada, y siempre les aconsejamos que acaben su especialidad en la universidad donde estén y que luego sigan un curso interdisciplinar en ISU.
Los estudiantes del Master of Space Studies – MSS, por ejemplo, deben haber completado, como mínimo, un bachelor o grado (en cualquier disciplina, técnica o humanidades) y demostrar su motivación para dedicarse al sector espacial.
El carácter itinerante de nuestra universidad de verano, el Space Studies Program – SSP, que es acogida por una universidad distinta cada año, ha facilitado colaboraciones que, con el tiempo, se han convertido en cursos anuales impartidos en la universidad de acogida, como el Southern Hemisphere SSP (SHSSP) en la Universidad de Australia del Sur o el Commercial Space Programs Graduate Certificate con el Florida Institute of Technology y el Kennedy Space Centre de la NASA.
¿Cuál es el perfil de sus estudiantes y de qué países proceden?
Una clase típica del MSS cuenta con unos 35 estudiantes con un diploma de ingeniería o informática (50%), astronomía o ciencias del espacio (10%), medicina o ciencias de la vida (10%), economía o dirección de empresas (15%), derecho, ciencias políticas o relaciones internacionales (10%), u otros como historia, periodismo o comunicación científica (5%). La edad media es de 29 años y la procedencia geográfica puede llegar a ser de 20 países diferentes en cuatro continentes. Por su parte, una clase típica del SSP cuenta con 120 participantes de 25 a 30 países y con un promedio de experiencia profesional de 3 años. La edad media es de 31 años.
«La pandemia fue la oportunidad para que la ISU se lanzara al mundo de la formación virtual, y la universidad de verano 2020 “Interactive Space Program” demostró que, con técnicas innovadoras, se puede conseguir el mismo espíritu de equipo y de colaboración internacional que con un programa presencial”
En España hay una progresiva llegada de mujeres a las carreras técnicas, incluida la ingeniería aeroespacial, pero aún representan un porcentaje pequeño con respecto a los hombres. ¿Cómo cree que se puede fomentar la presencia de mujeres en el sector espacial? ¿Cuenta la ISU con algún programa orientado a este fin?
El perfil multidisciplinario de nuestros contenidos y de nuestros estudiantes nos permite acoger a más mujeres que en las carreras puramente técnicas, y en la clase del MSS 2020 hemos llegado al 60 % de mujeres.
Tenemos el privilegio de contar con dos astronautas femeninas entre nuestros exalumnos, Soyeon Yi de Corea y Jessica Meir de los Estados Unidos, y con su amable disponibilidad para dar charlas en escuelas e inspirar a las más jóvenes en su elección de estudios.
Además, los fondos que nos confía la ESA para becar a estudiantes de los países miembros están condicionados a mantener un porcentaje mínimo de mujeres. Nuestros profesores responsables de cada asignatura tienen marcado un objetivo de incrementar en un 5 % anual el número de mujeres invitadas a impartir clases especializadas.
Colaboramos con entidades como Women in Aerospace Europe (WIA-E), donde somos patrocinadores, y ofrecemos becas muy generosas a los miembros de WIA-E que se inscriban en nuestros programas. Por cierto, hemos seguido con interés la creación reciente de grupos locales de WIA-E en Barcelona y Madrid.
A un nivel más personal, es un honor que mi sucesora en la presidencia de la ISU, a partir de septiembre de 2021, sea la profesora Pascale Ehrenfreund, figura notoria como investigadora y directiva.
¿Cómo le explicaría a un contribuyente medio en Europa, en plena crisis por la pandemia, la necesidad de invertir fondos públicos en exploración espacial?
Durante el verano de 2020, un grupo de 86 jóvenes profesionales de 25 países publicaron un informe sobre “Cómo nos ayudarán las tecnologías espaciales a prevenir la próxima pandemia” como parte del curso Interactive Space Program de la ISU.
El espacio es hoy una fuente de recursos para la tierra y de empleo en muchas regiones, comparable a los océanos: una fuente de conocimiento sobre nuestros orígenes y nuestro destino en el universo; un puesto de observación indispensable para las previsiones meteorológicas, la comprensión del cambio climático, la agricultura, la pesca y el medio ambiente; así como una vía para las comunicaciones 5G en zonas remotas. No olvidemos que todo el dinero invertido en programas espaciales se queda en tierra, en gran parte en forma de salarios, y que la parte de “exploración” con vuelos tripulados es relativamente pequeña comparada con todas las aplicaciones de los satélites.
La inversión pública en todos estos desarrollos en la Unión Europea es de 17 euros por habitante y año, mucho menos que en defensa y seis veces menos de lo que invierten los Estados Unidos en espacio.
La economía mundial del espacio alcanzará pronto los 400 mil millones de euros de los cuales las tres cuartas partes son actividades comerciales. Los países que no invierten en alguna de estas tecnologías acaban comprándolas a aquellos que sí lo hicieron. El famoso “que inventen ellos” no es una buena idea a largo plazo.
¿Qué opina de la evolución del New Space?
Hace unos años en Estados Unidos, los promotores de la iniciativa privada en el espacio solían decir: “Space is a place, not a government program”.
Hoy estamos viendo que el espacio es exactamente eso: un lugar en el que se puede hacer investigación científica, negocios como transporte o telecomunicaciones, extracción de recursos como energía y minerales, colocar infraestructuras para la observación, la navegación y el posicionamiento en tierra, el turismo y, desgraciadamente, también el espionaje y la guerra.
Los gobiernos juegan un papel importantísimo como clientes o consumidores de muchos de esos servicios y su responsabilidad, así como de las instituciones supranacionales, es también la de reguladores, para que las iniciativas privadas sean respetuosas de un desarrollo sostenible y equitativo. Poco después de la segunda guerra mundial, más de 60 países firmaron que los cuerpos celestes eran patrimonio de la humanidad. Más recientemente, algunos países han aprobado leyes nacionales que permiten a sus empresas explotar comercialmente recursos naturales en la Luna. Necesitamos buenos juristas y diplomáticos para conseguir una reglamentación que sea respetada por todos y que se podría inspirar en el derecho marítimo internacional. ¿O debería inspirarse en el tratado de la Antártida? En cualquier caso, la ISU ofrece un terreno neutro para discutir de esos temas, y para formar a los futuros científicos, ingenieros, juristas y diplomáticos del espacio con unos valores de respeto mutuo y de desarrollo pacífico del espacio.
En este sentido, hoy se habla mucho de la “democratización del espacio” asociado a esa irrupción de pequeñas empresas de iniciativa privada en el mercado de las aplicaciones espaciales. ¿Es correcto ese término?
Es cierto que el acceso al espacio se está democratizando, en gran parte gracias a la miniaturización de los equipos y a la reducción del coste de lanzamiento. Y también gracias al acceso a datos de posicionamiento y de observación de la tierra y del medio ambiente, que se pueden transformar en información vendible sin necesidad de grandes inversiones.
Los emprendedores ven nuevas oportunidades, los inversores miden mejor el riesgo y las administraciones públicas evolucionan hacia un papel de compradores de servicios o usuarios de infraestructuras, y también de catalizadores, incentivadores y legisladores de la actividad comercial en el espacio.
Estamos viendo cómo todos los actores se adaptan a estos cambios, y algunos deberían incluso adelantarse, como es el caso de los legisladores nacionales e internacionales, en asuntos como la basura espacial, la explotación de recursos extraterrestres o el turismo espacial. De gran importancia es también el acceso de países en vías de desarrollo a los beneficios de infraestructuras de telecomunicaciones, educación y formación, o información satelital sobre recursos agrícolas, forestales, hídricos, pesqueros o medioambientales.
Las Naciones Unidas se esfuerzan, a través del Comité para el Uso Pacifico del Espacio (COPUOS) en adoptar una hoja de ruta para un desarrollo sostenible, pero necesitan que los países miembros se esfuercen más en la “diplomacia del espacio” para llegar a consensuar las recomendaciones que luego deberían adoptar todos los países. A nivel europeo, creo que estamos dando un muy buen ejemplo al mundo imponiéndonos reglas de limitación de la basura espacial que, a largo plazo, redundarán en beneficio de todos y que esperamos sirvan de modelo a otros países.
Este año se celebra en Granada (co-sede con Estrasburgo) la sesión de verano de la ISU ¿Cuál es el objetivo principal de estas sesiones de verano?
Todas las sesiones de verano de la ISU son una ocasión única para las administraciones y la industria espacial del país anfitrión para mostrar a unos 250 profesionales del espacio, entre participantes y profesores, las capacidades y oportunidades de colaboración que ofrece el país.
Los 120 participantes inscritos en el programa viven una experiencia formativa que marca un antes y un después en su desarrollo profesional. Durante nueve semanas, del 28 de junio al 27 de agosto de 2021, se codearán (esta vez respetando las distancias sanitarias) con 130 profesores y expertos que intervendrán con ponencias, mesas redondas, visitas a empresas o como mentores y miembros del jurado de los trabajos en grupo.
Las asignaturas impartidas cubren todas las disciplinas que intervienen en la mayoría de los proyectos espaciales, como Política, Economía y Derecho de las actividades espaciales, Ciencias Sociales: historia, ética, comunicación, etc. relacionadas con el espacio, vuelos tripulados y rendimiento humano en el espacio, dirección y negocios en el sector espacial, ciencias del espacio, ingeniería aeroespacial, etc.
Para respetar las medidas sanitarias que probablemente estén en vigor durante el verano, los cursos serán en formato híbrido con participantes y profesores repartidos entre Granada, Estrasburgo y en presencia virtual.
¿Cómo cree que va a evolucionar el sector espacial en el futuro y qué puede aportar una institución como la Universidad Internacional del Espacio a este futuro?
Creo que la mejor manera de responder es volviendo a citar a los fundadores de la ISU:
“La Universidad Internacional del Espacio es una institución que se fundamenta en la visión de un futuro pacífico, próspero y sin límites a través del estudio, la exploración y el desarrollo del Espacio para el beneficio de toda la humanidad.
Es un lugar donde estudiantes y académicos, sin importar su procedencia, son bienvenidos; donde la diversidad de culturas, filosofías, estilos de vida, educación y opiniones es honrada y alentada. La UIE es una institución que reconoce la importancia de los estudios interdisciplinarios para una exploración y desarrollo exitoso del espacio.
La UIE se esfuerza por promover la comprensión y apreciación del Cosmos a través de la constante evolución de nuevos programas y planes de estudio en las áreas educativas apropiadas. Con este objetivo, la UIE será potenciada por una creciente estructura de instalaciones de campus, redes y colaboraciones tanto dentro como fuera de la Tierra.”
Texto: Oihana Casas / Francisco Lechón/p>