Los cuatro vicepresidentes de TEDAE ofrecen un resumen de cómo ha afectado la pandemia a sus respectivos sectores, e identifican cuáles son los retos en un panorama posCOVID.
Susana Lapique, Vicepresidenta de Defensa
La crisis del COVID-19 ha sido una emergencia sanitaria sin precedentes, que está generando una fuerte caída de la actividad económica, de la que la industria de defensa no ha sido ajena. Las cuarentenas impuestas a las mercancías, junto con el retraso en las licencias de exportación, el posible deterioro en las operaciones comerciales, las restricciones en los viajes y la reducción de pedidos internacionales son amenazas a las que se tiene que enfrentar la Industria y que ponen en peligro su capacidad de respuesta. A esto se unen las dificultades de cumplir con los hitos previstos debido a la reducción de trabajadores y las medidas de distanciamiento, y todo ello, con la consiguiente reducción del flujo de caja de las empresas.
La Industria de Defensa está muy unida a la seguridad, lo que ha supuesto siempre un cumplimiento de estándares y requisitos muy elevados, y ha demostrado en esta crisis su capacidad tecnológica para responder a las demandas sanitarias. De hecho, ante una crisis sin precedentes como la actual, la Industria de Defensa, como una capacidad militar más, ha provisto del equipamiento necesario para que las Fuerzas Armadas puedan actuar y proteger a los ciudadanos mediante acciones como el establecimiento de hospitales de campaña, desinfección de espacios públicos, corredores aéreos, comunicaciones por satélite o materiales de protección. La dualidad de las tecnologías de defensa ha permitido a las empresas, en un tiempo récord, ponerse a fabricar respiradores, máscaras y otros materiales sanitarios con sistemas de impresión 3D.
En la era postCOVID la Industria de Defensa adquirirá un carácter, si cabe, más estratégico; ya que inmediatamente tras una crisis los países se vuelven más vulnerables. En este contexto, van a ser necesarias una serie de medias como: continuidad y puesta en marcha de nuevos programas defensa, readaptación de programas en curso afectados, estímulos para la inversión en I+D, apoyo financiero a las empresas de la cadena de valor; así como apoyo institucional a la exportación y evitar barreras comerciales, en un contexto internacional marcado por un viraje hacia políticas proteccionistas, y una reducción de presupuestos de defensa de algunos países importadores especialmente afectados por la crisis.
Alfredo Martínez, vicepresidente de Aeronáutica
La pandemia de COVID-19 ha generado una crisis mundial sin precedentes, y la Aviación Comercial se encuentra entre los sectores más afectados por la propagación del virus.
Nada antes había golpeado con tal virulencia el transporte aéreo, ni la crisis del 11S en el 2001, ni la del SARS en 2002 ni tan siquiera la crisis financiera en 2008 más profunda y duradera, pero además el principal problema, esta vez, es que no se percibe una solución inmediata que ponga fin a este drama dadas las condiciones de entorno tanto de su propagación como de su impacto.
Según Eurocontrol, el tráfico aéreo en Europa ha disminuido cerca del 91% operándose diariamente 25.746 vuelos menos que el año pasado. Así mismo basándose en el alto porcentaje de disminución de los vuelos durante la pandemia, los indicadores de la IATA pronostican una recesión económica en los próximos meses y se prevén pérdidas de producción dos veces mayores que en la crisis financiera de 2008.
En un primer momento fue la falta total de ingresos de las aerolíneas que tenían que hacer frente a una serie de pagos de costes fijos que no podían retrasar y que les llevo a congelar nuevos pedidos, retrasar calendarios de entrega e incluso rechazar entregas de aviones por falta de tesorería. Posteriormente la falta de seguridad en el fin de la crisis sanitaria en un mercado global, y algo que sin duda resultará importante a la larga, la animadversión de los pasajeros a pasar tiempo en espacios pequeños por mucho que les expliquemos la circulación del aire en cabina.
Además las condiciones de vuelta al trabajo tanto de aerolíneas como de fabricantes se está realizando con una serie de restricciones que si son deseables desde un punto de vista sanitario y de salud laboral, golpean fuertemente la productividad de las compañías.
Todo ello ha supuesto y seguirá suponiendo impactos extraordinarios a nivel comercial, industrial y tecnológico. De momento los principales fabricantes han reducido sus cadencias de fabricación de aviones en torno a un 35% de las existentes y alguna de ellos ya ha anunciado que estas medidas se extenderán hasta Marzo de 2021.
Solo una decidida actuación de los Estados dirigida a relanzar el tráfico aéreo, soportar las aerolíneas como instrumentos necesarios en pos de la movilidad y mantener las capacidades industriales y tecnológicas que tanto ha costado conseguir, salvará a un sector de la importancia cualitativa y cuantitativa del aeronáutico que por su retorno a la sociedad siempre se ha considerado como estratégico.
Jorge Potti, vicepresidente de la Comisión de Espacio de TEDAE y director general de Espacio de GMV
En estos meses de pandemia, la industria espacial, si bien menos expuesta que otras industrias, ha sufrido sus consecuencias en forma de retrasos en programas, cierres temporales de bases de lanzamiento y fábricas, dificultades de producción, interrupción de cadenas de suministro, cancelación de eventos y dificultades en los mercados financieros. Ante este difícil escenario, nuestras empresas han mostrado un altísimo grado de resiliencia y gran sentido de responsabilidad. Nuestra prioridad ha sido, dentro del máximo cuidado por la seguridad de nuestros empleados y la sociedad, dar continuidad a las operaciones para mantener el empleo y los productos y servicios que proporcionamos, muchos de ellos esenciales. Y hemos superado estos meses con grandes dosis de esfuerzo, creatividad y tecnología, demostrando una vez más que somos un sector por el que vale la pena apostar, con empresas muy comprometidas y fuerte capacidad de resistencia a ciclos adversos.
El shock generalizado y la crisis global causada por la COVID-19 no deberían tener impacto negativo en el sector espacial a medio o largo plazo. Más bien al contrario. La crisis que estamos padeciendo ha agrandado el carácter estratégico del sector espacial y demostrado su trascendental importancia en la provisión de servicios tales como comunicaciones, medio ambiente, geo-información, transporte, sanidad, y seguridad. Nuestra industria constituye un grupo pujante y con enorme futuro. Sin embargo, constituimos un sector industrial pequeño que compite en mercados internacionales con industrias de otros países apoyadas por grandes programas institucionales, lo que requiere que nuestros poderes públicos mantengan y refuercen sus inversiones en programas espaciales, de modo que nuestras empresas puedan seguir creando empleo, riqueza y contribuyendo al bienestar y seguridad de nuestros conciudadanos.
Fernando Barbero, vicepresidente de Seguridad
La industria de seguridad de TEDAE se ha definido como un sector estratégico en el apoyo a la gestión de la pandemia, colaborando desde el inicio de la crisis con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en el abastecimiento de servicios y recursos tecnológicos requeridos por los mismos, como por ejemplo equipos y servicios de seguridad y ciberseguridad, así como los servicios profesionales asociados.
El sector industrial de Seguridad se está viendo afectado a corto y medio plazo por la crisis del COVID-19. Como ejemplo, las cadenas de producción se han paralizado en muchas empresas, se han cerrado laboratorios de certificación de productos de seguridad, las actividades comerciales se han visto interrumpidas, un gran número de licitaciones se han visto paralizadas o retrasadas, y los compromisos internacionales se han bloqueado para una industria que es por naturaleza en gran medida exportadora.
La industria de seguridad se ha tenido que adaptar de manera inmediata a las nuevas condiciones de trabajo impuestas por el impacto de la situación. La pandemia ha requerido de las empresas la implementación del teletrabajo en la medida de lo posible, lo cual ha afectado en muchos casos hasta a un 90% de las plantillas. Esto ha requerido una adaptación de horarios, procesos e infraestructuras de trabajo, particularmente en cuanto a las necesidades de seguridad de las comunicaciones.
Durante estos meses desde TEDAE la industria de seguridad ha insistido en la necesidad de promover un acuerdo nacional entre las Organizaciones Empresariales, Sindicatos mayoritarios y Gobierno por el que se proteja la continuidad de las actividades industriales críticas de todas las empresas, asegurando el sostenimiento del tejido industrial español y la recuperación inmediata de la pérdida de competitividad generada por la crisis.
La colaboración entre la industria de seguridad y las instituciones se va a revelar sin duda fundamental a la hora de abordar los nuevos retos que va a afrontar la Seguridad Nacional a raíz de esta crisis. Por ello hay que seguir trabajando y apoyando a un sector estratégico que se ha revelado como indispensable en el apoyo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, y por consiguiente a la sociedad en general, en una coyuntura tan grave y excepcional como la que ha que estamos viviendo con la pandemia del COVID-19.