Tras varios meses de confinamiento y cierre de fronteras para evitar la propagación de la pandemia, los aeropuertos y las compañías aéreas están reanudando poco a poco su actividad. Pero el objetivo es que el transporte aéreo se recupere garantizando la seguridad de pasajeros y tripulaciones. Para ello la Agencia Europea de Seguridad Aérea –EASA- y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades –ECDC- han publicado un Protocolo de Seguridad Sanitaria para la Aviación mientras el riesgo de contraer el coronavirus siga estando presente. Pautas que quieren servir de guía a las compañías aéreas, aeropuertos y administraciones sobre cómo reanudar el transporte aéreo con la máxima seguridad tanto en los aeropuertos como a bordo de las aeronaves, y que en todo caso deben coordinarse con las autoridades sanitarias locales. Desde EASA y ECDC aseguran que las actualizarán de manera continuada a medida se conozca más sobre el comportamiento del virus y según avance la pandemia.
El protocolo incluye recomendaciones para la gestión del pasaje desde antes de llegar al aeropuerto, en las terminales de salida y en las de llegada, y por supuesto en el interior de los aviones. Pautas de higiene y desinfección, control de temperatura, distancia física, uso de mascarilla, etiqueta para toser o estornudar y limitar el contacto directo con superficies del aeropuerto y la aeronave, aplicables en las distintas etapas del trayecto: checking, control, embarque, durante el vuelo, desembarque recogida de equipaje y salida del aeropuerto de destino.
Si se observan con rigor todas esas pautas los riesgos en los viajes aéreos se reducen considerablemente, y todavía más dentro de la cabina del avión puesto que, según señalan desde la industria aeronáutica, el interior de la aeronave proporciona mayor seguridad por los sistemas de ventilación que incorpora. Como explica Susana Martín Romo, Aircraft Interiors Marketing Director en Airbus (directora de Marketing de Interiores de Aeronaves) en el vídeo adjunto ( https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:6673569076729786368), “hoy todos los aviones que salen de las fábricas de Airbus están equipados con filtros HEPA, o High Efficiency Particulate Air, que son captadores de partículas de muy alta eficacia. Todo el aire de la cabina se renueva cada tres minutos por aire que viene del exterior y con el que se recicla de la cabina pasando por esos filtros HEPA (los mismos que se utilizan en los quirófanos) y que es un aire limpio y seguro”.
Filtros HEPA que según el indican EASA y ECDC en el Protocolo de Seguridad Sanitaria COVID 19 para la Aviación han demostrado que actúan eficazmente con los virus del tamaño del coronavirus SARS-Cov-2, de entre 70 y 120 nanómetros.
Jean- Brice Dumont, máximo responsable de ingeniería de Airbus, aseguró recientemente en un encuentro con medios de comunicación españoles que la cabina de un avión no es un lugar de propagación del virus. Explicó Dumont que los filtros de ventilación son capaces de capturar prácticamente la totalidad, el 99, 97%, de las partículas capaces de propagar el virus. El aire circula de forma vertical desde las entradas superiores de la zona de equipajes y sale por el suelo, de forma que el flujo de aire va de arriba abajo, minimizando flujos de aires en horizontal por la cabina evitando posibles contagios. Y desde Airbus recomiendan a las aerolíneas encender los sistemas de ventilación antes de que los pasajeros entren para poner en marcha todo este filtrado, a desinfectar los aviones entre trayecto y trayecto, a proporcionar a los pasajeros medidas de higiene al contactar con las superficies del avión, instándoles a que lleven mascarilla.
La industria, no obstante, sigue investigando y trabajando para incrementar la seguridad de sus aeronaves para pasajeros y tripulaciones. El responsable de ingeniería de Airbus señaló que se está contemplando el uso de materiales con cualidades antivíricas. Además el fabricante aeronáutico está colaborando con la compañía Koniku Inc. para desarrollar incorporar las disruptivas soluciones biotecnológicas que se están utilizando para detectar amenazas químicas y explosivos, de forma que se apliquen también para identificar riesgos biológicos.