Qué mejor manera de conocer la historia de la actividad espacial en España que hacerlo a través de sus protagonistas. Los profesionales que han contribuido a lo largo de los últimos 60 años a impulsar a España hasta la posición de liderazgo que disfruta hoy en día. Queremos rendir un merecido homenaje a todos ellos desde esta sección de la revista, y número a número iremos desgranando la larga lista de todos los que han contribuido con sus aportaciones a escribir la historia española del espacio.
Luis Azcárraga Pérez-Caballero
Ingeniero militar y aeronáutico nacido en 1907, alcanzó la distinción de Teniente General Honorífico del Ejército del Aire. Desde que se creara el Ministerio del Aire en 1939, desarrolló una intensa carrera impulsando la aviación y la participación española en los foros aeronáuticos internacionales primero como director del Servicio Meteorológico, pero también desde la dirección general de Protección de Vuelo, representando a España en la creación de la OACI, en la presidencia de la Conferencia Europea de Aviación Civil, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero ocurrió que en 1960 el gobierno, que empezaba a atisbar el valor estratégico del espacio y veía cómo se empezaban a mover los estados, decidió que Luis Azcárraga –por entonces vicepresidente de la Asociación Meteorológica Mundial– formara parte de la comisión –en la que también participaban Javier Elorza y Segismundo Sanz Aranguez– que envió España a la Conferencia de Meyrin, Suiza, para ver si interesaba o no entrar a formar parte de la Agencia de Investigación del Espacio que se estaba empezando a gestar en Europa. Y así nuestro país se acabó convirtiendo en miembro fundador de la ESRO (Organización Europea de Investigación del Espacio) en 1962, precursora de la actual ESA.
El espacio empieza, pues, a cobrar importancia en nuestro país y el INTA pasa a denominarse Instituto de Técnica Aeroespacial (no sólo aeronáutica), al tiempo que se crea la Comisión Nacional de Investigación Espacial CONIE. Y Azcárraga se encarga, como presidente del Patronato del INTA y como presidente de la CONIE, de dinamizar la tecnología y capacidades espaciales en España, representando a nuestro país en la Agencia Espacial Europea hasta años después de su jubilación.
Emilio Herrera Linares
Ingeniero militar, piloto y científico, se le puede considerar precursor de la aventura espacial. Nacido en 1879 en Granada, en una familia de tradición militar y con gran curiosidad científica, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara e inició una fructífera trayectoria de estudios y experimentos científicos reconocidos internacionalmente. Como señalan algunos de sus biógrafos, y recordó en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias en 1933, mantuvo su empeño en devolver a otras ciencias como las matemáticas, la astronomía y la física la ayuda que habían prestado en el progreso de la aeroestación y la aeronáutica. En esos primeros años de la aeronáutica, Emilio Herrera siguió de cerca los progresos que se estaban produciendo internacionalmente para implementarlos en la aeronáutica nacional, al tiempo que participaba en diversas campañas militares. Otra importante contribución de este polifacético científico fue la puesta en funcionamiento de la Escuela Superior Aerotécnica, la actual ETSIAE de Madrid.
Pero su curiosidad dio un salto para estudiar las altas capas de la atmósfera iniciando estudios sobre la exploración de la estratosfera y sus aplicaciones militares, para el que diseñó lo que se considera el primer traje especial, y cuyo casco inspiró el de los primeros astronautas soviéticos y americanos.
La guerra civil frustró el programa pero Herrera, desde el exilio, pues se mantuvo fiel a la República, llegando a ser presidente de la misma en ese periodo, ofreció otras interesantes contribuciones menos conocidas al impulso de la exploración del espacio hasta su muerte en Ginebra, Suiza, en 1967. En 1946 publicó un modelo de cohete en dos fases para vuelo estratosférico, en 1956 expuso sus estudios para la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones y un año después, en 1957, calculó las trayectorias que deberían seguir las naves que intentaran viajar a la Luna y Marte, así como la trayectoria para el viaje de una nave espacial desde la Tierra a Venus.
Segismundo Sanz Aranguez
El impulso que dio este segoviano, nacido en 1917, durante toda su vida a la actividad astronáutica lo encumbró hasta el respetadísimo Comité de los Trece, el Committee on the History of Development of Rockets and Astronautics de la Academia Internacional de Astronáutica. Un comité que reunía a los protagonistas de la era “heroica” de la Astronáutica.
Ingeniero militar y aeronáutico, redactó un plan para la Creación de la Astronáutica en España y su puesta en marcha y ayudó a la creación de la CONIE –Comisión Nacional de Investigación del Espacio. Desempeñó distintas responsabilidades en el INTA, la Dirección General de Industria y Material, como profesor en la Academia Militar de Ingenieros y en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la Politécnica de Madrid, y como delegado de España en el Comité Científico de ESRO (hoy ESA).
Sanz Aranguez también presidió la Asociación Española de Astronáutica, fue académico de la International Academy of Astronautics y miembro de la American Rocket Society. Y también en el plano internacional, tuvo un papel de primera línea en la creación y reglamentación de la Comisión Internacional de Astronáutica (posteriormente denominada ICARE), de la que fue vicepresidente hasta su fallecimiento en 1987.
José Mª Dorado
Doctor ingeniero aeronáutico, miembro de la Academia Internacional de Astronáutica e historiador de la actividad aeronáutica española, en la crónica que publicó Araceli Serrano sobre su perfil en esta revista destacaba que “su impecable trayectoria profesional merece ocupar un lugar especial como uno de los padres de la astronáutica española”.
Fue José Mª Goya –otro de los protagonistas de la historia espacial española del que nos ocuparemos en otro número–, jefe suyo en el INTA allá por finales de los sesenta, quién le dio la oportunidad de “emprender la aventura espacial”. Así fue como inició una apasionante trayectoria en el campo de lanzamiento de El Arenosillo, en Huelva, en la que destaca su participación en la puesta en marcha del INTASAT, el primer satélite español, y del MINISAT 1, en el laboratorio de microgravedad SPACELAB y en la torre de lanzamiento del lanzador Ariane, entre otros muchos importantes proyectos. Tras varias etapas en la empresa nacional Bazán, en Sener e INSA, decidió dedicarse a escribir, actividad que -dice- le ha resultado placentera.
Manuel Bautista Aranda
Son varios los que han dicho de él que debería ser considerado como “el jefe de los españoles que ayudaron a llevar al hombre a la Luna”. Nacido en 1926, este ingeniero aeronáutico y también militar entró a trabajar en en el Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica en 1952, pero fue en 1961 cuando tuvo su primer contacto con los temas espaciales al ser destacado por el INTA en la estación de seguimiento de satélites que la NASA había instalado en Maspalomas (Las Palmas de Gran Canaria), para apoyo de sus primeros vuelos tripulados (proyecto “Mercury”).
Dos años después, en 1963, la agencia americana del espacio empezó a participar con el INTA para construir en España un complejo de estaciones dedicado a la exploración del espacio lejano y a los vuelos tripulados. Como representante del INTA, Bautista Aranda contribuyó a la puesta en marcha de las tres estaciones iniciales: Robledo de Chavela (1965), Cebreros (1966) y Fresnedillas (1967). Como codirector español del Complejo hasta 1972, y director hasta 1984, una de sus misiones fue la de ir sustituyendo los más de 200 técnicos americanos por personal español. Según la biografía de la Real Academia de la Historia, elaborada por Antonio González–Betes, durante esos años participó muy activamente en todos los programas de la NASA destinados a la exploración de la Luna y de los distintos planetas, ya que el llamado Complejo Espacial de Madrid era elemento clave en todos los lanzamientos de la NASA hacia el espacio lejano.
Tuvo el privilegio de participar en acontecimientos históricos de primera magnitud, como la llegada del hombre a la Luna o las primeras exploraciones a Marte, Júpiter, Saturno, Venus o Mercurio.
Manuel Bautista fue director general y vicepresidente del INTA, presidente del Comité Científico Técnico de la Comisión Nacional de Investigación del Espacio CONIE y también colaboró con la Agencia Espacial Europea como experto en varios grupos de trabajo. Y fue miembro de la British Interplanetary Society y de la Deutsche Gesellshaft für Raketentechnik und Raumfahrforschung.