España cuenta con capacidades tecnológicas que permiten detectar, analizar y neutralizar más del 90 % de los ataques por interferencias o ‘jamming’ en tiempo real dirigidos a sistemas críticos como drones, satélites y redes militares. Esto es posible gracias a empresas nacionales del sector espacial y de defensa como Integrasys – que colabora con la OTAN, la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Ministerio de Defensa de Ucrania, entre otros- y que integra sus sistemas directamente en la infraestructura de comunicaciones: entre la antena terrestre y el receptor satelital, sin interrumpir el servicio.
En un momento de rearme sin precedentes desde la Guerra Fría, el Ministerio de Defensa español está manteniendo conversaciones con muchas de estas compañías españolas para incorporar estas tecnologías a las capacidades operativas nacionales, en un contexto donde las guerras ya no se libran solo en tierra, mar y aire, sino también en el espacio, el ciberespacio y el espectro electromagnético. La invasión de Rusia a Ucrania o los conflictos en Oriente Medio, han demostrado que proteger las comunicaciones frente a interferencias es decisivo para el éxito de las operaciones militares.
Esta realidad obliga a replantear el modelo de inversión en defensa, donde todo apunta a un gasto del 5% del PIB en defensa, especialmente cuando desde el sector empresarial se viene reclamando que al menos el 25 % de dicho presupuesto se destine a la adquisición de capacidades reales de combate y no solo a estructura o personal.
Interferencias deliberadas, accidentales y previsibles
En este contexto de guerra multidominio, las interferencias electromagnéticas se han convertido en una amenaza silenciosa pues este tipo de ataques puede bloquear comunicaciones, desactivar radares, saturar frecuencias o comprometer sistemas de navegación, afectando de forma directa la capacidad de mando y control de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, no todas las amenazas al espectro son deliberadas. También existen aquellas de origen accidental, como fallos técnicos, errores operativos, redes móviles no autorizadas o emisiones descoordinadas procedentes de satélites comerciales. Y algunas interferencias más previsibles, fruto de la cercanía entre canales o de asignaciones incorrectas de frecuencia.
Pero la defensa no es el único enfoque posible. España también dispone de tecnología para actuar en el terreno ofensivo, con capacidades que permiten diseñar interferencias tácticas para neutralizar o degradar los sistemas del adversario. Este tipo de operaciones puede alterar el dominio electromagnético enemigo y forma parte de una estrategia más amplia de superioridad en el espectro, clave para asegurar la ventaja operativa en escenarios altamente tecnificados.
Así lo ha recordado el CEO de Integrasys, Álvaro Sánchez: “La capacidad de identificar, analizar y neutralizar en tiempo real las amenazas en el espectro permite que las fuerzas mantengan el control, coordinen movimientos y ejecuten decisiones sin que el adversario logre paralizar sus comunicaciones. Sin estas capacidades, las unidades quedarían vulnerables a la desorganización y la pérdida de superioridad en momentos críticos”.