El Informe Anual de Seguridad Nacional 2019, aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional el pasado 4 de marzo, identifica cuáles fueron las principales amenazas y retos para la seguridad de España y de nuestros ciudadanos. Y registra cómo han evolucionado en los quince entornos que contempla la Estrategia de Seguridad Nacional, y que son la defensa nacional, la lucha contra el terrorismo, la lucha contra el crimen organizado, la no proliferación de armas de destrucción masiva, la contrainteligencia, la ciberseguridad, la seguridad marítima y del espacio aéreo y ultraterrestre, la protección de infraestructuras críticas, la seguridad económica y financiera, la seguridad energética, la ordenación de los flujos migratorios, la protección ante emergencias y catástrofes, la seguridad frente a pandemias y epidemias y la preservación del medio ambiente.
El Informe señala “un caleidoscopio de retos múltiple y cambiante, pues se retroalimentan y mudan en su morfología, forma de manifestarse, probabilidad de ocurrencia e impacto”. Dibuja un entorno que cambia mucho y rápido, en el que destaca el incremento de ciberamenazas, las amenazas híbridas y la desinformación, que con la manipulación de la información a través de las redes sociales radicaliza a la sociedad. Señala otros factores determinantes para la Seguridad Nacional la ralentización económica, la inmigración irregular y la lucha contra el cambio climático. Como “ejemplos del paisaje de las amenazas en 2019” añade la constante competición geo(tecno)política y la inestabilidad regional, el terrorismo internacional en sus distintas ramificaciones, la intersección del crimen organizado con otras amenazas y desafíos, la carrera de armamentos, la agresividad de los servicios de inteligencia extranjeros, las complejas ciberamenazas “que recuerdan a diario que se está inevitablemente expuesto, máxime cuando comprometen las infraestructuras críticas”.
Para hacer frente a esas amenazas, el informe identifica como campos a reforzar en capacidades la ciberseguridad o el reemplazo de capacidades militares “en las que debe primar la industria nacional y la innovación tecnológica, siempre con la finalidad de estar mejor preparados y adaptados a las exigencias de seguridad.”
En esta ocasión incluye, como novedad, un Análisis de Riesgos para la Seguridad Nacional hasta 2022 en el que han participado 116 expertos provenientes de la Administración, el sector privado y del ámbito de la ciencia y la investigación. En primer lugar hace una fotografía de los riesgos a la Seguridad Nacional a lo largo de 2020, situando en los rangos mas altos por probabilidad e impacto la fragilidad del ciberespacio –ampliada con el despliegue de las redes 5G-, el espionaje y la inestabilidad económica financiera. Los últimos puestos en la tabla de amenazas lo ocupan la proliferación de armas de destrucción masiva y las epidemias y pandemias, aunque subraya que con un nivel de impacto “moderado-severo” y entre los rangos de “probable” y “ poco probable”.
En cuanto a las tendencias que se vislumbran en el horizonte 2022, destacan una mayor competencia entre actores globales y un debilitamiento del multilateralismo, un contexto de seguridad híbrido, con predominio de factores tecnológicos y económicos en la geopolítica, y el cambio climático como amenaza a la seguridad. La inestabilidad en áreas de interés para España como son Oriente Medio, Norte de África y el Sahel la señala el Análisis como constante y apunta incluso a una cronificación de los conflictos. Y apunta al desarrollo de la tecnología 5G como fuente de tensiones entre Estados Unidos y China que afectan a la UE dirigiéndola a buscar autonomía tecnológica y a la protección de sus sectores estratégicos.
La prospección también recogen como factores de afectarán a la seguridad la ralentización económica, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la salida de Reino Unido de la UE y los términos de relación de futuro que se establezcan entre ambos en materia de seguridad. Sin olvidar las políticas proteccionistas que afectan a España de manera importante; tanto, como que los aranceles impuestos por EEUU a nuestros productos agrícolas consecuencia de la resolución de la Organización Mundial del Comercio en contra de las ayudas europeas a sus empresas aeronáuticas implicarán, según estimaciones oficiales, un descenso del 12% en las exportaciones agrícolas.
Respecto a cómo afecta el cambio climático a la seguridad, los expertos consultados para este análisis apuntan a los daños económicos causados por los desastres naturales, las sequías o las inundaciones, que generan, además, tensiones y migraciones forzosas. Y llama la atención el dato de que, según el Indica de Adaptación Global de la Universidad de Notre Dame, España ocupa el puesto 24 de un total de 181 países en el ranking de vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático. Al que hay que añadir que todo apunta –según el Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático- a que se producirá un aumento de las temperaturas medias y episodios de calor extremo, que acarreará un incremento “en número, frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos adversos”.
En resumen, del total de factores de riesgos analizados, en 13 de ellos se aventura un notable deterioro: Acceso a datos sensibles, desinformación, ciberataques, debilitamiento del crecimiento económico, degradación medioambiental, conflictos híbridos, proteccionismo, uso ilícito de drones, migración forzosa, ciberataques a infraestructuras críticas, agresiones de servicios de inteligencia extranjeros, falta de integración social y violencia y espionaje industrial. En otros 14, entre los que se encuentran las alertas sanitarias, la previsión es de deterioro: tensión geopolítica, crimen organizado, radicalización y extremismos violentos, entre otros.