El espacio en nuestras vidas

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La infraestructura espacial tiene infinidad de usos directos como, la meteorología, la televisión en tiempo real o la navegación por satélite. Si bien la aplicación directa de los satélites es suficientemente conocida, también existen miles de productos de los que usamos cotidianamente que desconocemos que han sido posibles, o han sido mejorados, gracias a la industria espacial. El sector espacial es un excelente ejemplo de transferencia de tecnología, dando a luz infinidad de materiales, productos, software o procesos de fabricación con aplicación en otros sectores que nada tienen que ver con el espacio.

Los productos y tecnologías del espacio son los más testados, los más seguros y los más fiables. Estas características son de gran interés para cualquier otro sector, de manera que de forma casi invisible, estamos rodeados de tecnología espacial. Gracias al espacio, nuestros coches son más seguros, millones de personas pueden beber agua potable, estamos más protegidos ante incendios, tenemos mejores fuentes de energía, disfrutamos de un instrumental médico más avanzado, aprovechamos mejor nuestros recursos naturales y tenemos programas informáticos mucho más potentes. Esto son solo algunos ejemplos, a grandes rasgos, de las aplicaciones indirectas del espacio. Solamente entre la NASA y la ESA suman más de 2.000 tecnologías derivadas con éxito del espacio a otros sectores.

Aunque la mayoría de los casos de transferencia de tecnología son desconocidos para el gran público, también existe el caso contrario. Algunos productos como el teflón, el velcro o los pañales desechables, han llegado erróneamente a la percepción del gran público como productos espaciales. Si bien son productos muy utilizados en naves y satélites y por los astronautas, se trata de productos que ya existían antes del comienzo de la carrera espacial a mediados de los años 50.