REPORTAJE - La economía digital abre sus puertas al espacio

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REPORTAJE - La economía digital abre sus puertas al espacio
Crédito: ©European GNSS Agency

La digitalización de empresas y sociedad ha situado al sector espacial en el centro de la actividad económica. Cada vez dependeremos más de la tecnología y ésta, a su vez, de los datos espaciales: geolocalización, comunicaciones por satélite, información meteorológica y observación de la Tierra son ya servicios imprescindibles. Tanto es así que las empresas que se apoyan en ellos representan la primera fuente de ingresos del sector espacial. Y esto es solo el principio: nuevos modelos de negocio basados en datos proporcionados por satélites están llamados a transformar la economía en el corto plazo.

El Downstream es el segmento de negocio espacial responsable de explotar los datos que proveen los sistemas espaciales. Se trata de un ámbito de límites difusos, en el que las empresas tradicionales del sector espacial se mezclan con compañías del mundo de las tecnologías de la información e internet y en el que cualquier startup o emprendedor puede llegar en cualquier momento a cambiar las reglas de juego.

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la economía espacial generó ingresos de unos 256.200 millones de dólares en todo el mundo en 2013. El desarrollo de infraestructuras espaciales acaparó el 33% de la facturación y la actividad de los operadores de satélites el 9%, mientras que el 58% restante, unos 149.000 millones de dólares, provienen del segmento encargado de suministrar servicios y productos al usuario final, también conocido como Downstream.

El informe del sector que elabora este organismo apunta que el Downstream reúne “actores externos a la comunidad espacial tradicional, pero que apoyan su actividad de negocio en cierta capacidad satelital” y añade que las actividades de esta área “forman parte integral de la economía espacial”.

Por su parte, el informe elaborado por Boston Consulting Group y la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Aeronáutica y Espacio (TEDAE) señala que “el rápido desarrollo del mercado Downstream” permitirá que el tamaño del mercado espacial accesible para las empresas españolas se duplique hasta los 130.000 millones de euros de aquí a 2020.

La entrada en operación de grandes infraestructuras espaciales europeas, como el sistema Galileo de posicionamiento global y del sistema de observación de la tierra Copernicus, actuarán como catalizadores de esta expansión. Está previsto que Galileo ofrezca los primeros servicios este mismo año, mientras que el primer Sentinel del programa Copernicus se puso en órbita en 2014 y su despliegue avanza a buen ritmo.

Los servicios y datos que facilitarán estos sistemas impulsarán la creación de un buen número de nuevas empresas especializadas.

El carácter civil de ambas iniciativas contribuirá a democratizar el acceso a la información y a que se reduzcan los precios a los que las empresas downstream ofrecen sus servicios, haciéndolas más competitivas y ampliando su base de usuarios.

Más datos, más baratos, más rápido

A esto se suma otra serie de innovaciones que están transformando el sector. Se trata de iniciativas dirigidas a abaratar el acceso al espacio mediante la reutilización de lanzadores y motores o la reducción del tamaño de los satélites.

Un ejemplo de esta tendencia lo ofrece la empresa estadounidense Planet Labs, que ha desarrollado un satélite de apenas cuatro kilogramos de peso que puede llegar a lanzar por centenares al Espacio. Ya no es necesario poner en órbita costosos satélites que pesan varias toneladas para disponer de imágenes de gran calidad.

Disponer de grandes constelaciones de satélites permitirá además “obtener imágenes de cualquier punto del planeta de forma diaria”, explica el CEO de esta compañía, Will Marshall, en una intervención ofrecida en TED Talks.

La relevancia y utilidad de los datos se dispara al tomarlos con esta frecuencia. Se puede estudiar el crecimiento urbano de cualquier ciudad del mundo con todo detalle, es posible monitorizar la evolución y situación de las reservas de agua del planeta, registrar el número de buques que se encuentran en cualquier puerto del mundo, o disponer de datos de la evolución de los cultivos en cualquier región. La pregunta que Marshall lanza es: “¿Qué harías con toda esta información?, ¿qué problemas resolverías?”. La respuesta la darán las empresas downstream que se crearán en los próximos años.

Otro de los requisitos de la nueva economía digital es que la información debe estar siempre actualizada y disponible. El sector espacial trabaja para cumplir esta exigencia y no tardaremos en poder acceder a los datos que recogen los satélites prácticamente en tiempo real. Para conseguirlo, la ESA con apoyo de la industria europea está desplegando una red de banda ancha en el Espacio.

El primer terminal de esta red se encuentra desde el pasado mes de enero en órbita geoestacionaria a 27.000 kilómetros de altura. Este primer satélite está dotado de tecnología láser capaz de establecer un enlace de 1,8 GB por segundo con satélites de observación de la Tierra que se encuentran en órbitas bajas y servir así de repetidor. Ya no habrá que esperar a que los satélites pasen por encima de la estación terrestre para descargar la información. Cuando se complete el despliegue del Sistema EDRS (European Data Realy System) en 2020, la red tendrá alcance global y obtener información de forma rápida será mucho más sencillo.

La provisión de acceso a internet será otro de los problemas que el Espacio resolverá y que contribuirá a su vez a generar nuevos servicios downstream. La empresa OneWeb ya tiene en marcha un proyecto, en el que participa la industria europea, para desplegar en órbitas bajas en torno a 900 satélites de un tamaño similar al de una caja de galletas cada uno, que formarán una red capaz de ofrecer acceso a internet desde cualquier punto del planeta. Google y Space X también se han sumado a la carrera por cubrir este servicio desde el Espacio y están desarrollando proyectos similares.

Sobre la mesa está dar acceso a internet al 57% de la población mundial que carece de él en este momento, según datos de Naciones Unidas. Pero esta conectividad dará además acceso a una miríada de sensores al internet de las cosas. Sensores que serán una nueva fuente de datos que servirán de base para nuevos servicios, que en buena parte ofrecerán empresas del sector espacial.

El reparto del negocio del Downstream en Europa, según datos de Euroconsult, corresponde en un 76% al ámbito de las comunicaciones por satélite, en un 21% a la navegación por satélite y en un 2% al servicios o aplicaciones de observación de la Tierra.

Uno de los países europeos que está redoblando su apuesta por el Espacio -y más en concreto por el sector de downstream- es sin duda Reino Unido.

Desde el año 2000 los ingresos de la industria espacial británica han crecido a una tasa media del 8,8 %, según un informe del London Economics. Pero mientras su peso en la industria upstream global es del 1,8%, su presencia en el mercado de operación es del 11,2% y en el de aplicaciones para servicios y datos del 10,3%. Dado el prometedor potencial que ofrece esta última área de negocio, Reino Unido está decidido a impulsar su desarrollo y ya trabaja en ello.

Buscando nuevas ideas de negocio

En 2010 Gran Bretaña creo una agencia espacial nacional y en 2012 elevó su contribución al presupuesto de la ESA, consciente de que el espacio es una buena fuente de desarrollo económico, tecnológico y de generación de trabajo altamente cualificado.

Fruto de distintos acuerdos con la ESA, el pasado mes de julio de 2015 el presidente de la Agencia Espacial Europea, Jan Wörner, inauguraba en el Campus de Harwell, en Oxfordshire, el primer Centro Europeo de Telecomunicaciones y Aplicaciones Espaciales (ESCAT) de la Agencia.

Dirigido por Magali Vaissiere, directora de Telecomunicaciones y Aplicaciones Integradas de la ESA, la misión de ESCAT será precisamente desarrollar productos y servicios comerciales basados en tecnología espacial, aplicaciones downstream y generar, desde el sector espacial, iniciativas empresariales o spin-out hacia otros ámbitos de la economía.

Al mismo tiempo, la ESA ha diseñado el programa de investigación Avanzada en Sistemas de Telecomunicaciones (ARTES). Este programa está impulsando, dentro de un modelo de participación publico privada, el desarrollo de aplicaciones que combinen datos de al menos dos tipos diferentes activos espaciales (comunicaciones, navegación, observación o tecnologías utilizadas en misiones tripuladas). La segunda parte del programa ARTES se centra ya en el desarrollo de aplicaciones específicas de comunicaciones por satélite, dado que este es uno de los campos que más impacto tiene en la economía.

Por otra parte, la ESA ha creado una red de 15 Centros de Incubación de Negocios (BIC) distribuidos por 12 países europeos. En España, en colaboración con organismos locales, ha puesto en marcha dos BIC, uno ubicado en Madrid y otro en Barcelona. Su objetivo es también el de facilitar la transferencia de tecnologías, servicios y aplicaciones del sector espacial hacia nuevas áreas de actividad. Ya han ayudado a crear más de 300 start ups, cifra que para 2020 esperan que alcance las 1.000 empresas.

La Oficina del Programa de Transferencia de Tecnología de la ESA busca mediante estas iniciativas ofrecer oportunidades a emprendedores, start-ups y pequeñas compañías para que puedan aprovechar tecnologías,conocimiento, patentes, sistemas y servicios de los programas espaciales de la ESA.

Uno de los desarrollos en los que se está trabajando en los BIC utiliza la cámara de alta velocidad del satélite Proba-V para detectar cambios en las células de los humanos y diagnosticar enfermedades de forma temprana.

En España, estas incubadoras están impulsando proyectos que emplean por ejemplo tecnologías de posicionamiento para mejorar la precisión de vuelo de los drones.

Pero aunque el futuro del sector es prometedor, el Downstream europeo también debe hacer frente a amenazas. La competencia es fuerte y en muchos casos la plantean los gigantes del mundo de la tecnología e internet.

Competir con gigantes

La Asociación Europea de Compañías de Detección Remota (EARSC) ya ha levantado la voz para advertir de este riesgo. Esta asociación ha puesto de relieve la falta de inversión que existe en Europa para facilitar el acceso a los datos que suministra Copernicus.

Los 7.000 millones de euros dedicados a este programa se han centrado principalmente en el despliegue del sistema y de la red de satélites, dejando en un segundo plano la explotación de los datos, que no está asegurado que vaya a quedar en manos europeas.

Existe la posibilidad, explican, de que Google o Amazon, que están descargando los datos que Copernicus facilita de forma abierta, acaben capitalizando los servicios finales y el acceso a los mismos. Se acabaría así en buena parte con el objetivo con el que Europa puso en operación Copernicus: tener acceso independiente a datos de Observación de la Tierra mediante el uso de una infraestructura civil propia.

La atomización y amplia variedad de empresas de servicios de observación de la Tierra que existen en Europa, así como el amplio número de usuarios, principalmente diferentes administraciones públicas de cada Estado, representa en este caso una debilidad.

Para abordar el problema, EARSC está proponiendo la creación de una plataforma común que haría las veces de mercado electrónico. Los usuarios accederían a él para adquirir servicios de observación de la Tierra, ofreciendo un único punto de acceso.

Mientras se resuelven estas cuestiones, los beneficios económicos que aporta Copernicus ya comienzan a hacerse realidad. Un caso de éxito presentado por EARSC analiza el empleo que hace Finlandia de la información recogida por los satélites Sentinel para determinar la ruta que sus buques deben seguir a través del mar Báltico para evitar los icebergs y el hielo en invierno.

En un país en el que el 90% de las importaciones y exportación se realizan por mar, estos datos son de vital importancia para garantizar el abastecimiento. El beneficio anual del uso de las imágenes de Copérnicus se estima que oscila entre los 24 y 116 millones de euros.

Inteligencia del Espacio

Pero más allá de estos ejemplos, lo que es seguro es que en los próximos años asistiremos a la creación de nuevos modelos de negocio y empresas ligadas al Downstream.

La gestión de las ciudades es un terreno en el que estas nuevas empresas jugarán un importante papel. La industria espacial española ya participa en este sentido en proyectos europeos de I+D como Decumanus, dirigido a desarrollar servicios capaces de vigilar la evolución del clima y la calidad del aire en zonas urbanas, el uso del suelo, o la gestión inteligente de la energía y su consumo.

También la mejora de la movilidad, o proyectos más futuristas, como los de conducción automática que ya están en marcha, tienen en los satélites de posicionamiento global uno de los pilares de su desarrollo.

Las empresas de logística hace tiempo que utilizan tecnología GPS para controlar sus flotas y la llegada del sistema europeo Galileo lo potenciará.

En el ámbito aeronáutico, las comunicaciones por satélite serán decisivas para facilitar el intercambio en tiempo real de información entre las aeronaves comerciales y los centros de control en tierra.

Lo mismo ocurre en el desarrollo del uso civil de los grandes drones, en el que las comunicaciones satelitales han demostrado que permiten el control seguro de estos aparatos.

La agricultura de precisión también está utilizando aplicaciones downstream para determinar cuándo es el mejor momento para recoger una cosecha o sembrar, qué zonas es preciso abonar o regar y para controlar la maquinaria.

También la medicina está transformándose gracias a la tecnología espacial. El reto que plantean los viajes de larga duración en el espacio y experimentos llevados a cabo en la Estación Espacial Internacional (ISS) está impulsando su desarrollo.

Por último, los servicios espaciales encuentran sin duda en las comunicaciones y la transmisión de contenidos en plataformas de televisión por satélite su mayor mercado en la actualidad y el más maduro.

Todo este potencial que ofrece el mercado del Downstream está haciendo por otro lado que el Espacio esté ganando cada vez más atractivo para inversores privados, que buscan iniciativas de negocio con un gran margen de crecimiento. Esta es sin duda una situación muy distinta a la que se vivía hasta ahora, en la que solo los países con las economías más potentes eran capaces de plantearse inversiones en el Espacio.