Se cumplen 40 años del lanzamiento de INTASAT, el primer satélite desarrollado en España

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CASA Espacio fue una de las pioneras en apostar por el objetivo de “aprender a hacer satélites” y el satélite científico es una clara prueba de ello.

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Parte del equipo de INTASAT, con la maqueta térmica del mismo, en E.E.U.U. De izqda. a dcha. delante: Ricardo Mateos (INTA), H. Hoffman (NASA), Antonio Romera (CASA), César Grueso (CASA). De pie: J. M. Dorado (INTA), D. Norton (NASA), I. Tato (INTA), G.A. Santullano (INTA), J. L. Garrido (INTA), B. Witt (NASA), T. Carolla (NASA), J. Mullins (NASA), A. Rodríguez (INTA)

Un 15 de Noviembre, de 40 años atrás, se lanzaba el primer satélite español, el INTASAT, desarrollado en cooperación entre Construcciones Aeronáuticas (ahora CASA Espacio) e INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial). Con un precio de 130 millones de pesetas, se producía nuestro “bautismo espacial” tras el que se decidió “aprender a hacer satélites”. El proceso de producción se desarrolló en su totalidad a nivel nacional, excepto los mástiles desplegables de las antenas, comprados en Canadá, los paneles solares, adquiridos en Reino Unido y las baterías, producidas en Francia. Después de esta experiencia sin precedentes, un lanzador Delta fue el encargado de transportarlo al espacio sin coste alguno, como carga de pago secundaria (también denominado piggy-back) del satélite meteorológico de infrarrojos de la NASA ITOS-6 (NOAA-4), al que acompañaba otro pequeño ingenio para radioaficionados, el Oscar 7.

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Este primer hito de la que ya es la quinta potencia espacial a nivel europeo, se comenzó a vislumbrar a comienzos de 1968, cuando la Comisión Nacional de Investigación del Espacio (CONIE), a propuesta del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), incluía en su programa espacial nacional, de 5 años de duración, el desarrollo del satélite científico. Tras ello, INTA, en colaboración con Hawker Siddeley Dynamics (HSD), asumieron la realización del anteproyecto técnico y económico del programa, a través de estudios de factibilidad y la definición de los objetivos de la novedosa misión. Estas metas fueron principalmente desarrollar una experiencia científica de interés, no solo para España, sino para toda la comunidad especializada, así como proporcionar a la industria española la experiencia necesaria en desarrollo y fabricación de equipos espaciales. Todo ello, estuvo acompañado de un objetivo secundario de experimentación tecnológica, consistente en la evaluación del rendimiento de un sistema de estabilización del satélite por gradiente gravitatorio y desarrollo de un sistema de amortiguamiento de alto rendimiento, junto a la producción de un experimento científico para el estudio de la radiación gamma. Y en ello, CASA Espacio tuvo un papel decisivo, con la producción de la estructura del satélite.

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En este caso, el primogénito, de orientación magnética y giro estabilizado, iba destinado a estudiar la ionosfera. Caracterizado por sus pequeñas dimensiones, pesaba aproximadamente 24,5 kg, y presentaba la forma la de un poliedro de doce caras. Estructuralmente, estaba compuesto por un tronco de cono y una plataforma de instrumentos, a cuyas dos caras iban sujetas las unidades electrónicas. Los paneles solares estaban pegados a cada una de las doce caras del poliedro, y tanto la tapa superior como la inferior del mismo estaban recubiertas por “mantas térmicas”. Y en el ámbito de la estabilización, incorporaba un imán permanente y unas barras amortiguadoras que cumplían con ese fin. El experimento científico consistió en el estudio de determinadas características de la Ionosfera.

Con todos estos componentes, que supusieron un gran esfuerzo a la naciente industria patria, el INTASAT envió, tras su puesta en órbita, la señal a la Tierra a través de un transmisor llamado “Faro Ionosférico” y un sistema de antenas desplegables. A su vez, se centró en el estudio de los efectos producidos por la radiación sobre unos semiconductores de tecnología “C-MOS”, siendo los datos modulados en la señal de telemedida para su posterior transmisión.

Tras dos años de viaje alrededor del aún demasiado desconocido planeta Tierra, INTASAT cesaba su actividad la noche del 5 al 6 de octubre de 1976, tras haber proporcionado relevantes datos a la investigación del espacio. En ello, quedaba demostrado que España existía cualificación humana técnica suficiente para que el Estado impulsara y desarrollara las bases del tejido industrial nacional, y que merecía la pena comenzar a apostar con fuerza y esfuerzo por el mundo aeroespacial. Por aquel, nuestra compañía ya había comenzado a soñar, y lo más importante, había ayudado a hacer de este primer sueño una realidad.

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Fuente: Airbus Defence and Space

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