Miguel Martín, presentador del programa de radio sobre exploración espacial ‘Gravedad Cero’ de la RPA (Radio del Principado de Asturias) y fundador y director del evento de divulgación científica ‘Splashdown Festival’
Visto con la perspectiva del tiempo, la emisión en septiembre de 1980 del primer capítulo de la mítica serie de televisión Cosmos marcó un antes y un después en la popularización de la ciencia. Sin duda, antes de ello hubo variados ejemplos de divulgación científica realmente notables. Por ejemplo, las legendarias conferencias anuales que desde 1825 la Royal Institution lleva realizando en Londres durante la Navidad. Científicos y divulgadores de la talla del físico especializado en electromagnetismo Michael Faraday, el etólogo Desmond Morris, el naturalista David Attenborough o el matemático Marcus du Sautoy impartieron sus diversas master class en la institución británica.
Pero Carl Sagan, con su Cosmos: un viaje personal, dio un salto cualitativo imprimiendo una profunda huella en muchos de los actuales científicos e ingenieros. Hace cuarenta años, Sagan daba inicio a la divulgación científica moderna con el uso de novedosos recursos audiovisuales y con la forma de abordar la comunicación. Contextualiza la ciencia a través de contextos históricos, filosóficos, antropológicos y sociales. Mostrando la investigación científica como una apasionante aventura. Y escribiendo y filmando capítulos tan cautivantes como En la orilla del océano cósmico, La armonía de los mundos o El filo de la eternidad.
En la actualidad, en estas últimas semanas, hemos podido ser testigos del enorme interés suscitado con la misión Mars 2020 del rover Perseverance. Sin embargo, no es el primero en circular por el planeta rojo: Sojourner (1997), Spirit (2004), Opportunity (2004) y Curiosity (2012) le precedieron, pero ninguno de estos rovers consiguió la repercusión mediática que ha tenido Perseverance. Cada vez más, los hitos de la exploración espacial se viven de forma apasionada por un amplio espectro de público a nivel mundial.
Y es que en un futuro próximo muchas de las noticias de mayor impacto en los medios de comunicación serán las referentes a la ciencia, la tecnología y la exploración espacial. Pensemos, por ejemplo, la revolución que va a suponer la computación cuántica, cuyos ordenadores resolverán en segundos lo que uno convencional tardaría años en computar.
O sin irse muy lejos en el tiempo. En 2024, si al final se cumplen los plazos, se mantienen los presupuestos y no hay demoras inesperadas, será el año en el que, con la misión Artemis III de la NASA, volvamos por fin a la Luna. Los avances científicos y tecnológicos, el nacimiento y desarrollo de nuevos nichos económicos y la repercusión mediática mundial que conlleva la vuelta a nuestro satélite natural son complejos de cuantificar pero, sin duda, serán espectaculares. Estamos a las puertas de una nueva Era Espacial.
Artemis III llevará por primera vez a una mujer astronauta a pisar suelo lunar. Al menos una docena de aspirantes de la Generación Artemisa llevan ya años preparándose para el evento de sus vidas. Saber quién será finalmente la Elegida para la gloria de momento no resulta fácil. Pero, sin duda, tienen muy buenasperspectivas astronautas como la experta en biomedicina Kate Rubins, actualmente en la ISS (Estación Espacial Internacional); la física e ingeniera Christina Koch, con una estancia de 328 días en la ISS, récord de tiempo en el espacio en una sola misión para una mujer; la comandante de la ISS en 2012, Sunita Williams, con un amplio historial tanto en transbordadores norteamericanos como en naves rusas Soyuz; o la bióloga marina, buceadora, profesora en la facultad de Medicina de Harvard y astronauta Jessica Meir.
Nos espera una década apasionante. Con novedades en ciencia y tecnología de impacto mundial. Y esperemos, a su vez, que estos avances científicos conlleven progresos sociales. Porque si algo ha quedado claro durante la actual crisis pandémica es que la única forma de superarla es con la ciencia.
“Carl Sagan, con su Cosmos: un viaje personal, dio un salto cualitativo imprimiendo una profunda huella en muchos de los actuales científicos e ingenieros”