Carlos Mataix es profesor titular del Departamento de Ingeniería de Organización de la Universidad Politécnica de Madrid, y director del Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la misma Universidad (itdUPM). En 2008 se incorporó al Gabinete del director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), con el objetivo de poner en marcha la Unidad de Planificación y Calidad, y continua desde entonces como experto asesor del consejo de cooperación. También ha participado en numerosas conferencias nacionales e internacionales. Preocupado especialmente por las narrativas, utiliza a menudo herramientas de comunicación o historias como la “ODSeína”. Actualmente además es profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la UPM, y del Máster Interuniversitario en Estrategias y Tecnologías para el Desarrollo.
• Desde el Centro de Innovación en Tecnología para el Desarrollo Humano de la Universidad Politécnica de Madrid (itdUPM) habéis impulsado una original manera de presentar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidad, la ODSeína ¿En qué consiste exactamente?
La “ODSeína-2030” es una metáfora. Se trata de un hipotético tratamiento médico que ayuda a comprender la importancia y el valor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En 2015, al aprobar la Agenda 2030 con el consenso de 193 países, nuestra generación se ha comprometido a producir un cambio profundo de nuestros sistemas de producción, de consumo y de organización, para que sean compatibles con la biocapacidad de la tierra, y para que no dejen a tanta gente excluida.
La ciencia nos informa con rotundidad de que, si seguimos como hasta ahora, tendremos que enfrentar un colapso ambiental y social de una magnitud difícil de imaginar, que nadie desea. Es cierto que es un mensaje alarmante, pero no puede dulcificarse, porque los datos son incuestionables ya, y no queda mucho tiempo para salir de esta trayectoria que nos conduce al desastre.
Sin embargo, si cumplimos la Agenda 2030 tendremos la oportunidad de, -entre otras cosas- rediseñar nuestras ciudades, para que sean más inclusivas y saludables, de innovar en nuestros sistemas energéticos, para que la energía que consumimos sea limpia y accesible. La ODSeína encierra un mensaje lleno de esperanza: existe hoy un tratamiento contra el colapso, que se llama Agenda2030, que invita a la creatividad, a la colaboración radical entre personas y organizaciones, en definitiva, a una movilización cívica sin precedentes.
• ¿Cómo surgió la idea?
Buscábamos una forma de explicar el contenido de la Agenda 2030, de una forma accesible y atractiva, pero que al mismo tiempo transmitiera con mucha claridad el mensaje de la transformación.
Estamos satisfechos porque parece que está funcionando realmente bien, a la vista de la difusión que está teniendo en universidades, organizaciones públicas y empresas que la están utilizando para comunicar los ODS. Cualquiera puede descargarse el material en www.odseina.org
La primera metáfora que nos vino a la mente fue la de un tratamiento médico para un planeta que tiene síntomas preocupantes y le está subiendo la “fiebre”. La temperatura se está elevando, debido al rápido calentamiento climático que ya estamos sufriendo; y también observamos un calentamiento social debido a la creciente desigualdad que se produce al interior de todos los países y que está deteniendo el “ascensor social”.
Necesitamos más que nunca narrativas estimulantes que nos ayuden a entender los problemas complejos a los que nos enfrentamos, como la crisis climática o la desigualdad, y que al mismo tiempo nos transmitan la confianza en nuestra capacidad, como sociedad, de cambiar y de afrontar con éxito situaciones de extrema gravedad.
• ¿La ODS-eína tiene efectos secundarios? Si es así… ¿Cuáles son?
Esta pregunta que me hacéis es el tipo de preguntas que se suscitan gracias a la metáfora de la ODSeína y que provocan interesantes conversaciones cuando la usamos en cursos o en conferencias.
La respuesta es sí: la ODSeína tiene efectos secundarios que hay que conocer y saber manejar. Es un tratamiento, pero no es, ni mucho menos, milagroso.
Por eso decimos que es importante leer detenidamente el prospecto de la ODSeína antes de comenzar su administración. El prospecto es uno de los elementos que componen la metáfora, junto con la caja y las 17 pastillas, una por cada objetivo.
Leyendo descubriremos, por ejemplo, que el principio activo del tratamiento es, como ya he indicado: la transformación. Esto es importante porque observamos una cierta tendencia a entender la Agenda como un “contrachapado” colorido, con el que se visten declaraciones y acciones que siguen siendo más de lo mismo. Hay que tener muy clara la diferencia entre el cambio incremental y la transformación. La ODSeína es, ante todo, transformación y cambio sistémico.
Por tanto, un primer efecto secundario es la “distracción”: hablar y decir que se hacen muchas cosas, sin que realmente nada cambie. Es un efecto que observamos en todos los sectores: universidades que llenan folios con solmenes declaraciones de adhesión a los ODS sin plantear ni poner en marcha medidas que realmente orienten la investigación y la educación hacia la sostenibilidad; empresas que lanzan campañas con el arco iris de los ODS pero que no está entrando realmente al fondo de la cuestión, a replantear sus modelos de negocio y sus cadenas de suministro globales. Los negacionistas – de los que ya quedan menos seguidores- están dando paso a los retardadores y a los distractores.
Pero hay que tener en cuenta que las cápsulas interaccionan entre sí. Y que hay efectos cruzados que pueden ser virtuosos (energía limpia y asequible –ODS7- redunda en mejoras en el cambio climático –ODS13-) pero que pueden ser contradictorios. La transición energética, por volver a la cápsula 7, puede ser lesiva para el empleo en algunas zonas, como sucede en las cuencas mineras del norte de nuestro país o de Polonia. Este efecto secundario tiene que ser tratado con “transiciones justas” que apoyen a los que salen perdiendo con el cambio.
• TEDAE aglutina a las empresas tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio, una industria altamente innovadora, ¿de qué manera pueden contribuir estos sectores para el cumplimiento de los objetivos?
Hace unas semanas fui invitado por la Plataforma Aeroespacial Española a su asamblea anual para presentar la ODSeína. El hecho de que decidieran incluir el asunto me pareció muy significativo del interés del sector. Allí encontré a profesionales convencidos del papel fundamental que la ciencia y la industria aeroespacial tienen para la transformación sostenible.
Por un lado, existe la necesidad urgente de descarbonizar el transporte aéreo, tal como ya se han comprometido a lograr actores tan importantes como la International Airlines Group (IAG). Por otro lado, la vigilancia de nuestro planeta, de sus procesos biológicos y sociales, resulta fundamental para monitorizar, entender y mitigar los efectos del cambio climático. Esta es, sin duda, una tarea que apela directamente a las organizaciones productivas y científicas del sector espacial.
Un ejemplo reciente que muestra las expectativas depositadas en el sector es el de la Comunidad de Ciudades Ariane, que recientemente han pedido a la industria aeroespacial colaboración para el cumplimiento de la Agenda 2030 en los entornos urbanos.
• ¿Es compatible la innovación con el desarrollo sostenible?
No solo es compatible sino que esta relación es imprescindible. No alcanzaremos los ODS sin grandes dosis de innovación y creatividad, porque hoy tenemos muchas preguntas sin resolver. No sabemos cómo se construye un mundo que sea realmente sostenible. Pero como siempre sucede en la historia de las grandes hazañas: “lo lograremos porque no sabíamos que era imposible”.
La innovación que necesitamos no será solo de carácter tecnológico. Sin duda necesitamos tecnologías más limpias y necesitamos aprovechar el potencial de los datos y la inteligencia artificial al servicio del bien público. Pero también se precisan grandes dosis de innovación financiera, innovación en políticas públicas y gobernanza, e innovación social. Y lo más difícil: que todas estas innovaciones se articulen y se refuercen para construir nuevos sistemas que hagan obsoletos a los actuales sistemas que nos están dañando.
Es esperanzador ver esta aspiración reflejada en el borrador del próximo programa de ciencia e innovación de la Unión Europea (Horizonte Europa) que prevé destinar alrededor de cien mil millones de euros en el período de 2021 al 2027. Ya en su preámbulo se enuncia la vocación de conducir las trayectorias de la ciencia e innovación hacia los ODS. Podría decirse que algunos líderes en el sistema de ciencia e innovación ya han comprendido la importancia histórica de la Agenda y comienzan a prescribir la ODSeína.